En un día soleado, con temperaturas a mediados de los 70, nos paseamos por los senderos que rodean el delta de Long Pond, después del cual atendimos los mucho más grandes y contiguos lagos Mashpee y Wakeby Ponds, primero en el sol de la mañana, antes del almuerzo, y luego con la frescura de la tarde a partir de las tres. En las orillas, vimos hombres y mujeres con mascotas jugando a tira y recoge del agua.
Los claros, inolvidables, en medio del bosque circundante, estaban bañados por la nítida luz solar. Mezclaban verdosos patrones rivalizando aquellas tímidas estructuras góticas realizadas por el esfuerzo de los hombres en imitar la naturaleza.
Raíces cubiertas de musgo esmeralda escalonaban hacia túneles transparentes desde donde nos conducimos por un azar de columnatas y contrafuertes de ventiladas cubiertas. El fresco aire aromático llenaba de energía al corazón errante, caminando a través de cañadas y arboledas, al son de paz de mi alma acompañante.