Uno se acostumbra al miedo como una fuerza acumulada de estrés que produce los efectos del atrincheramiento, concentrados en las áreas más vulnerables de nuestros cuerpos, en nuestro propio metabolismo, y que conducen a enfermedades crónicas: a una cruel realidad.
Es necesario darse cuenta de que todas nuestras hormonas pueden ayudarnos a sanar nuestros cuerpos, especialmente la glándula pituitaria, que gobierna el temperamento emocional de nuestro sistema nervioso parasimpático, que de producir éste una energía positiva, sería equivalente a la tranquilidad o a la relajación emocional.
Podemos tener control de la calidad de las hormonas que producimos a través de nuestra disposición mental, a través de la visualización y la calidad de nuestra meditación, inclusive en base a la condición generativa de nuestra respiración, la oxigenación a nivel celular. Estas son nuestras herramientas de curación. La curación se encuentra, si se quiere, en el corazón emocional. La mente absorbe mucha información negativa y si se le da rienda suelta, no puede tener control sobre su influencia. Es por eso que la meditación es tan importante, ya que es una forma de silenciar la mente, una forma de centrarla mientras uno compone su energía. Pero no existe una manera específica o técnica para la meditación. Todos los métodos de meditación son precisamente aquellos que están restringidos por idiosincrasias muy particulares. La mejor forma de meditación no es una técnica que se te da. La técnica misma es contraria al concepto de meditación. Seria tan absurdo como hablar de la mejor manera de conocerse a sí mismo. La única manera de conocerse habita en cada individuo y no viene de ninguna fuente externa, ni siquiera De Dios. Cada individuo tiene que encontrarla bajo su propia realización y / o comprensión, bajo el proverbial “conocerse a sí mismo.”
Podemos liberar nuestro sentimiento individual de culpabilidad, que llevamos por traumas pasados y emociones perturbadoras, o resentimientos a largo plazo; de cualquier concepto de victimización que nos mantiene estresados sin descanso.
Liberar a la víctima dentro de nosotros mismos es la realización más valiosa. Es verse a uno mismo con compasión hacia el niño en nosotros, el niño que carece de amor materno o paterno, restaurar uno con la voluntad de uno sobre la propia jurisdicción interna. Uno puede darse el amor que le falta en cualquier etapa de su existencia, desempeñando un papel más amable como padre, como madre, esposo, esposa, hermano, hermana, hijo e hija, como amigo o como extraño; y todo eso es amor propio, proveniente de la energía que nos conecta a todos en una forma de enredamiento universal, pero que reside en cada uno independiente el uno del otro.
El resentimiento que albergamos es el que más nos duele, aunque creemos que nuestro odio y nuestra ira puedan estar dirigidos hacia los demás y no hacia nosotros mismos. El odio y la ira nos consumen porque provienen de nuestra jurisdicción interna y, por lo tanto, las consecuencias son más graves que cualquier deseo de venganza exterior. Del mismo modo, cuando abrigamos resentimiento, traemos desorden a nuestros cuerpos, el desorden mental nos consume y nos debilita emocional y físicamente.
Por otro lado, también es cierto que hay enfermedades inexplicables en seres inocentes sin causas aparentes, y uno puede preguntarse por qué, pero la respuesta generalmente está fuera de nuestro alcance. El destino puede no revelar razones, que el tiempo en sí mismo pueda o no permitirnos entender. Lo que parece injusto en algún momento pueda tener una razón divina, que pueda ser justa en la medida de muchas cosas fuera de nuestro mundo perceptible. Hay tanto que ignoramos, de modo que la humildad se convierte en una necesidad y no en una elección, porque nada puede ser concluyente en ningún momento, o con un lugar de descanso para que lo analicemos. Lo importante es abrazar la vida y tener fe y confianza en su sabiduría, incluso si no entendemos sus razones de ser. Se puede hablar del destino, de dios , de la energía universal, de la fuerza vital del amor divino manifestado en nuestra naturaleza. Todas estas creencias tienen validez para la diversidad humana y al mismo tiempo son conceptos imponderables para nuestras mentes.
Te insto a meditar en la convicción ofrecida por el amor y la fe, a través de expresiones de gratitud por tu auto-curación, como si tu sanación ya fuese un hecho real y concreto.
Respira buena salud, libre de todo temor a la enfermedad, libre de todo estrés. Libera todos los miedos a través de la fe en tu propia capacidad.
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